miércoles, 24 de noviembre de 2010

JORNADA LABORAL


Bueno en la jornada aprendimo a sacar adelante en grupo y a la vez nos sirvio tambien a hacer mas compañeros y a conocernos mas.

Y bueno nos costo hacer el trabajo pero bueno supimos superarlo y fue una experiencia inolvidable.

martes, 23 de noviembre de 2010

JORNADA LABORAL

JOVENES ESTUDIANTES





El estudiante, esperanza de los pueblos

En coincidencia con el inicio de la primavera, cada 21 de septiembre los estudiantes duplican sus motivos para celebrar y renovar su tan noble y necesaria actividad.


La institución del Día del Estudiante en coincidencia con el Día de la Primavera no es un mero capricho del destino ni del azar, sino una justificada unificación de dos fechas con un mismo marco: la celebración por la renovación y la creatividad, de la naturaleza y del espíritu humano.

Y como no podía ser de otro modo, en este día la juventud es protagonista con actividades de todo tipo, en su mayoría al aire libre como guiño de complicidad con la estación que se inicia.

Detrás de las celebraciones y el jolgorio, sin embargo, subyace una cuestión más profunda que no debe perderse de vista: la renovación de un compromiso, de una responsabilidad asumida con uno mismo, con el país y con las generaciones venideras, en tanto y en cuanto el estudiante representa, desde su propia concepción y por sus objetivos y razón de ser, el futuro del pueblo que lo está educando.

En su día, que las celebraciones del presente no tapen el compromiso con el futuro.

Históricamente, a los estudiantes se les han dedicado numerosas poesías y canciones. A modo de homenaje, es propicio compartir una canción que simboliza el espíritu de este día. Está escrita por Francisco García Jiménez, Ernesto Galeano y Carlos Guastavino, y dice así:


Canción del Estudiante

¡Estudiantes!... Alcemos la bandera
que ilustraron los próceres de ayer
y florezca a sus pies la primavera
del amor renovado en nuestro ser.

¡Y echen a vuelo el nombre de estudiantes,
en bronces de romántica emoción,
los que lo son, los que lo fueron antes;
los que por suerte, tienen de estudiantes
para toda la vida el corazón!

Brisa que riza el Plata, zonda de andino tope,
tibio aliento del norte, racha del Sur...
¡Lleven los cuatro vientos, en su galope,
esta canción que canta la juventud!

Almas y voces juntas, manos entrelazadas;
honda fe de argentinos y un mismo afán;
ansias de noble ciencia nunca saciadas,
ojos puestos en rutas, en rutas del más allá.

martes, 16 de noviembre de 2010

EL VALOR DE LA AMISTAD



La mayor riqueza que un hombre puede poseer, lo más valiosa por encima de todas las cosas, es la amistad. Esta por lo general no surge de la noche a la mañana, pues tener un amigo(a) es el resultado de una paciente y respetuosa actitud ante la vida, donde previamente se desarrollan una serie de virtudes personales que hacen de una persona digna y generosa, capaz de darse a los demás de manera incondicional y sobre todo, con lealtad a toda prueba.

Ser leal presupone ser persona de palabra, que responda con fidelidad a los compromisos que la amistad lleva consigo. Leales son los amigos que son nobles y no critican, ni murmuran, que no traicionan una confidencia personal, que son veraces. Son verdaderos amigos quienes defienden los intereses y el buen nombre de sus amigos. Ser leal también es hablar claro, ser franco y sobre todo, capaces de corregir a un amigo que se equivoca de una manera respetuosa y sabedor de que es de humanos equivocarse pero de sabios saber corregir los errores.

Paulo Coelho escribió una pequeña metáfora que ejemplifica muy bien el valor de la amistad y las recompensas que un hombre puede tener si conserva la fidelidad y la lealtad. La historia dice así: Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.

Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos tardan un
cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...)

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.

En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:

--Buenos días. --Buenos días - Respondió el guardián. -- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito? -- Esto es el Cielo, contesto el guardia. ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos! -- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente. --Pero mi caballo y mi perro también tienen sed, y… --Lo siento mucho, Dijo el guardia interrumpiendo, pero aquí no se permite la entrada a los animales. El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo.

Dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

-- Buenos días, dijo el caminante. El hombre respondió con un saludo solo con la mano, sin mover la cabeza. -- Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo. -Ah, si… hay una fuente entre aquellas rocas, dijo el hombre, indicando el lugar y añadiendo: --Pueden beber toda el agua que quieran, esta fresca y es natural. Entonces, el hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.

El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre. --Pueden ustedes volver siempre que quieran. Le respondió éste. -- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre. - Se llama CIELO. --¿El Cielo? --¿Sí? ¡Pero… si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo! -- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno, contestó el guardia. El caminante quedó perplejo, añadiendo: --¡Pero esto es inaudito, deberían prohibir que utilicen este nombre, pues es información falsa que de seguro debe provocar grandes confusiones! -- ¡De ninguna manera! increpó el hombre, en realidad, nos hacen un gran favor, porque allá se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus amigos. (Paulo Coelho)

Le agradezco a mi buen amigo Paúl Chávez el envío de esta aleccionadora historia. Jamás abandones a tus verdaderos Amigos, aunque eso te produzca inconvenientes personales. Si ellos han estado dándote su amor y compañía has contraído una deuda. Hacer un Amigo es una Gracia, Tener un amigo es un Don, conservar un Amigo es una Virtud, ser un Amigo es un Honor.

¿ES EL AMOR UN ARTE?


En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno "tropieza" si tiene suerte?

Todos están sedientos de amor; ven innumerables películas basadas en historias de amor felices y desgraciadas, escuchan centenares de canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor.

Esa peculiar actitud se debe a varios factores que, individualmente o combinados, tienden a sustentarla. Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se los ame, cómo ser dignos de amor.

Para alcanzar ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es tener éxito, ser tan poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia posición. Otro, usado particularmente por las mujeres, consiste en ser atractivas por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Existen otras formas de hacerse atractivo, que utilizan tanto los hombres como las mujeres, dependiendo de lo que el ambiente social valore más en ese momento y lugar. Muchas de las formas de hacerse querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar el éxito, para "ganar amigos e influir sobre la gente".

En realidad, lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a digno de ser amado es, en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal.

La segunda premisa que sustenta la actitud de que no hay nada que aprender sobre el amor, es la suposición de que el problema del amor es el de un objeto y no de una facultad. La gente cree que amar es sencillo y lo difícil encontrar un objeto apropiado para amar -o para ser amado por él-. En las últimas generaciones el concepto de amor romántico se ha hecho casi universal en el mundo occidental. En los Estados Unidos de Norteamérica, si bien no faltan consideraciones de índole convencional, la mayoría de la gente aspira a encontrar un "amor romántico", a tener una experiencia personal del amor que lleve luego al matrimonio. Ese nuevo concepto de la libertad en el amor debe haber acrecentado enormemente la importancia del objeto frente a la de la función.

Hay en la cultura contemporánea otro rasgo característico, estrechamente vinculado con ese factor. Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. El hombre (o la mujer) considera a la gente en una forma similar. Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir. "Atractivo" significa habitualmente un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente.

De cualquier manera, la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Quiero hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable desde el punto de vista de su valor social y al mismo tiempo, debo resultarle deseable, teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo, dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante- no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.

El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre la experiencia inicial del "enamorarse" y la situación permanente de estar enamorado o, mejor dicho de "permanecer" enamorado. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo somos todos, dejan caer de pronto la barrera que las separa y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes de la vida. Y resulta aún más maravilloso y milagroso para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas, sin amor.

Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de amor es, por su misma naturaleza, poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben todo esto; en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar "locos" el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando sólo muestra el grado de su soledad anterior.

Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores o renunciaría a la actividad. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y estudiar el significado del amor.

El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingenieríA

¿Cuáles son los pasos necesarios para aprender cualquier arte? El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos parte: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica. Si quiero aprender el arte de la medicina, primero debo conocer los hechos relativos al cuerpo humano y a las diversas enfermedades.

Una vez adquirido todo ese conocimiento teórico, aún no soy en modo alguno competente en el arte de la medicina. Sólo llegaré a dominarlo después de mucha práctica, hasta que eventualmente los resultados de mi conocimiento teórico y los de mi práctica se fundan en uno, mi intuición, que es la esencia del dominio de cualquier arte. Pero aparte del aprendizaje de la teoría y la práctica, un tercer factor es necesario para llegar a dominar cualquier arte el dominio de ese arte debe ser un asunto de fundamental importancia, nada en el mundo debe ser más importante que el arte. Esto es válido para la música, la medicina, la carpintería y el amor. Y quizás radique ahí el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos, sólo en tan contadas ocasiones trata de aprender ese arte. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte del amor


¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos dinero o prestigio, y que el amor, que "sólo" beneficia al alma, pero que no proporciona ventajas en el sentido moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energías?

miércoles, 30 de junio de 2010

Mi familia (para mi abuelo)








Se llegaron treinta y un años de tu muerte,

duele siempre que se llega esta triste fecha,

ya no es posible abuelito volver a verte,

sólo cerrando los ojos cual negra brecha.

Yote he recordado por lo que me dejaste,

porque te amo y no me olvido de tu sentir,

abuelito inolvidable, cuando me amaste,

eso lo llevo siempre en mi diario existir.

Recordando los momentos en la familia,

tus pasos calmados y tan serenamente,

tu sonrisa y tu mirada en esa vigilia,

donde te entregabas al trabajo fielmente.

Cuando me enseñaste con tu gran don de gente,

en ese sentimiento de paz y paciencia,

recuerdo de carácter amorosamente,

y aprendi a descubrir todo tu gran sapiencia.

Más de tres décadas sin ti querido abuelo,

pero tu rostro y carácter inolvidables,

son como las blancas nubes del azul cielo,

que al verlas vuelo a los recuerdos imborrables.

Para mi abuelo que lo amo con todo mi corazon

siempre estaras prensente